martes, 31 de marzo de 2009

PIES ...


Nena, nunca voy a ser un superhombre...

“Sueles dejarme solo”
–Soda Stereo –











El mundo se acaba el 2012. Hay que puro joder.

Me comería unos pies...

Mi jefe piensa que estoy como una cabra porque apenas hablo con nadie desde que me libré de ir a la cárcel por lo de las drogas en mi coche. Sólo sé que me estaba riendo de un compañero de trabajo que es sudamericano porque le acababan de despedir y, en la calle, le grité que eso le había pasado por ecuatoriano. Dos días después me paraba la policía y encontraban en el maletero de mi coche unos gramos de coca y una botella de vodka. No se puede ser tan rencoroso ¡La puta que los parió!

A veces me pongo sentimental en mi habitación. Me recuerdo mucho de una hija que tuve con una colombiana, pero que se fue de regreso a su país llevándosela consigo. Nada más me queda ahorrar para ir a verla el próximo año otra vez cuando ya haya aprendido a caminar ¿No decían que con Obama iban a cambiar las cosas?

En Estados Unidos hay muchas oportunidades para tipos como yo. Por ejemplo, siempre he soñado con hacerme rico de un paragüazo porque tengo las ideas claras; un montón de planes dentro de la ilegalidad porque sé que jamás me iban a pillar, y también tengo talento. Mogollón. Todas estas ideas se me ocurrieron en Colombia, caballero, donde acompañé a mi novia y a mi bebé de regreso a casa para que así vieran que no soy otro desgraciado. La policía nos registró en todos los aeropuertos y por más que yo les decía que tenía nacionalidad americana no me hacían ni caso. Nada de caso, ni esto. Todo era abrirse de patas como los pollos y registro por aquí y registro por allá incluso en los centros comerciales.

Durante toda mi estancia estuve dando paseos por la ciudad, tranzando con gentes raras que me ofrecían oportunidades de negocio porque sabían que podía entrar y salir de Estados Unidos cuando me diera la gana, pero yo no les escuchaba ¿Qué se creen que soy portorriqueño? A mí sólo me interesaba la ilegalidad allí, en su tierra, porque los americanos me dan un asco de muerte. Yo que sé, poner un puticlub, hacerme camello importante y ser un mafioso como Don Pablo, vender coches robados, negocios así, negocios de caballero fino. Pero por todos te sangran hasta la última gota. La guerrilla colombiana aún tiene el hocico metido en todos los negocios y no te deja crecer ni na’. Les tienes que pagar por todo como le pasó a un vecino de New Jersey que se enteraron que vivía allí y le extorsionaron todo lo que quisieron para no matar a su familia. El pobre terminó volviéndose a Colombia con el rabo entre las piernas. Colombia tiene buena gente y muy poca mala, pero la que lo es, es muy puñetera.

Después de un par de semanas decidí volver a USA y ahí estaba toda la familia de mi novia en el aeropuerto para despedirme con caritas de esperanza y yo con ganas de perderme para tener un minuto de claridad y pensar en un buen negocio rápido y así traerme a mi geba y mi bebé a Estados Unidos.

Ideas tuve muchas. Incluso hacerme representante de artistas olvidadas como la puta de Blondie. Iba a ir a su casa a golpearle la puerta para ofrecerle mis servicios, lo malo iba a ser enterarme si vivía en Brooklyn o no. Como no soy muy moderno, antes me voy a tener que coger un curso de Internet para aprender a usar el guguel ése a ver si con eso encuentro la dirección de la vieja ésta. Lo mismo ni vive en NYC . Esta idea, la verdá, que no es mía porque me la soplaron una pareja de filipinas en el metro que querían contratarme como chófer de limos, pero pa eso yo no valgo ¿Te imaginas un flipao’ de la vida por las calles de esta ciudad? ¡Iba a estamparme contra el Flatiron a la primera de cambio! ¡No vea, tío, si se montara en la limo el culo de la López!

¡Porqué tiene que ser todo tan complicado!

También tengo una idea buenísima para imprimir entradas falsas a conciertos y vainas de la NBA. Una vez un negro quiso venderme un ticket que se caía a cachos para ver a Madonna en el Madison Square Garden y casi pico, pero por na’ porque no llevaba doscientos dólares en el bolsillo, que si no, lo mismo la hubiera visto cantar eso del American Pai ¿Lo véis? ¿A qué es buen negocio? Imprimes tickets de conciertos, le pones un cayapo de ticketmaster, le pintas un logotipo chufle de SuperStar o Superpop o Superpolla o alguna de esas palabras que les gusta ver a los turistas japos, a las niñatas tontas y a las mariconas bailarinas ¡y ya está! ¡Doscientos dólares por calabaza y a ser felices! Y si lo de Madonna va bien me pongo con U2. Ahí caerían los de Green-pis, los socialistas, los leder y la madre que les parió. Basta que el Bono diga que sacan disco nuevo para yo forrarme de cabo a rabo.

Soy un poquito yonkarra, pero nada más que un poco. Al día me meteré un par de fideítos, pero de ahí no paso que yo no soy un marxista. No como la loca que vive en la esquina que ya ni me reconoce. Esa si que es drogata. El último atracón que nos metimos fue para un año nuevo y de esa vez que se quedó tonto perdío. La pobre se veía jodía en la camilla con los tacones que le sobresalían de la colcha. Si nos hubieran atendido rápido podríamos haber vuelto esa misma noche a casa y habríamos tenido party, pero no fue así, nos quedamos muertos de asco y ahí no mojó ni Dios. Y todo porque nos dio por probar el MDA. Yo salí bien pero ella se quedó estúpida. Nos llevaron de la discoteca en ambulancia a urgencias y nos dejaron tirados en una camilla porque no sabían si teníamos seguro médico o no y hasta que pudieron comprobarlo estuvimos al otro lado. Eso es lo malo de vivir en USA, es una mierda, te puedes morir y a todo el mundo se la sopla. Solo recuerdo que junto a mi camilla había una india ecuatoriana vestida con el traje regional quitándome la vía y bebiéndose mi suero.

La salud es muy distinta a como es en España, donde viví un tiempo. Aquí en América la vida humana se la trae floja a todos, aquí te puedes comprar un rifle en el supermarket y meterle un tiro al que te vende las entradas de cine porque te ha mirado feo. Los gringos son bastante imbéciles: se creen las noticias de CNN, viven en una burbuja creyendo todo lo que diga el gobierno de turno, llenan las Iglesias presbiterianas golpeándose el pecho mientras cantan gospel, se vuelven locos por los famosos degenerados como la zorra de la Paris Hilton y la tarada de la Lojan pero cuando una mujer muestra una teta en la tele se mueren de vergüenza. Son cartuchos, como se les llama en Chile a la gente pacata que parece que no rompiera un huevo y, estando a solas, los rompen por docenas.

El día del accidente con el MDA pensé en lo que estaba haciendo con mi vida pero no llegué a ninguna conclusión decente porque estaba hecho polvo ¡Cada día me parezco más a Lou Reed! Aunque después de eso como que me cuesta hilvanar las palabras y suelto unas perlas que lo flipas, colega. A veces tengo que pararme a pensar porque se me revoluciona el balón a mil por hora y me sorprendo a mí mismo dándole a la sin hueso con gente que no conozco de na’. Tuve una época chunga que me daba por hablar solo y soltaba mis rollos revolucionarios por la libertad del pensamiento, mis cosas con mis amigas lesbianas del club privado y mi debilidad por el ron Cacique. Por eso nadie quería darme trabajo, pero ahora con el Deli’s tiro pa’ delante haciendo unas horitas de madrugada. Por ahora no me queda otra que comerme el coco un poco más con algún negocio a ver si pego un pelotazo y triunfo.

Esos ecuatorianos me tienen enfermo; siempre intentando colarse con la caja registradora. Pero a mí me da igual como al cantante de los Ratones Paranoicos. Son gente sucia. No como nosotros los españoles con nacionalidad americana. Podemos ser delincuentes pero no se nos ve en la cara. A ellos sí. Lo malo es que no pueda decirlo libremente sin miedo a que venga uno de ellos y te vuele la sanguchera. Aunque los árabes son peores... como no entiendo ni patata lo que dicen. Eso lo llevo fatal.

Sólo quiero salir de New York porque estoy rallado. Las paredes del cuarto que he alquilado se me caen encima y odio el maldito cuchitril. Debería tener una familia unida ya, pero me da fatiga de sólo pensar que una vez la tenga dejaré de ser leyenda y ya nadie hablará de mí. Pasaré al olvido, pero si me pego un tiro con una escopeta como Cobain pasaré a ser un puto Dios. Lo malo es que no lo disfrutaré, pero eso da igual.

Cuando salga del curro me pondré los cascos bajo la lluvia y me pondré la cumbia sicodélica del flaco Horvilleur que me vuelve loco y la voy a tararear hasta que se me seque la garganta “Digo que es un sueño esto que nos pasa, todos están es guerra y yo escapo de casa para encontrarte en la playa...”

New York no tiene playa. New York me da asco.

Estoy mogollón de eufórico. Podría estar toda la noche escribiendo. Me pongo en el cuarto con un temita de Queen y lo flipo que te cagas. Es como cuando de chaval escuchaba a Pink Floyd sólo que ahora ya no está ninguno de mis amigos. Ese tamborileo de Innuendo de Queen me pone esquizofrénico, me pone a mil, me tiemblan las manos por coger la escopeta que tengo bajo la cama ¿Cómo puede un cantante entenderme tan bien?

¡Bang! ¡Bang!

Easy, easy, man. Me tengo que tranquilizar. No debí haberme metido esas vitaminas que se toman los negros con el logo de un caballo porque ahora no puedo parar. Tendría que salir a la calle a correr hasta llegar a Central Park como cuando vivía en Jerez de la Frontera y salía a dar vueltas corriendo por la Plaza del Arenal para tranquilizarme. Pero es chungo de cojones.

A veces creo que me incendio. Camino por las calles y es como si caminara en llamas. Eso me confunde. Quizá sea sólo porque tengo sangre latina, mucha sangre, y me circula como si mi riego sanguíneo fuera la pista de Indianápolis. ¡Uf, uf, quema, quema!

Otras veces me da igual ocho que ochenta. Me siento totalmente destinado a dar placer a todo el universo como si mi obligación fuera entregarme a cualquiera que me pidiera fuego; ahí, en el medio de la puta calle, me quitaría toda la ropa para que quien quisiera me poseyera como a un despojo.

Me conozco muy bien. Me conozco y no lo voy a dejar porque no me da la gana.

Los curas saltan convertidos en marsupiales en el medio de la vegetación. Quieren que me acerque a ellos y a toda su fealdad.

¡Hostias! ¡Estoy descalzo en la entrada del curro! Ya no me da tiempo a volver a por unos zapatos ¿Cómo pude olvidar ponérmelos? Se me va la cabeza. Últimamente me ha dado por oler los pies desnudos de la gente como a los fetichistas y en la taquilla del gimnasio lo paso muy mal. No hay nada que me caliente más que el arco de un pie, meter la lengua entre los dedos pequeños y dar mordiscos en los talones. El loco de Freud decía que los hombres heterosexuales fetichistas de los pies masculinos son algo maricas porque sustituyen el pene por el pie. No sé si es cierto, sólo sé que me encanta andar descalzo y me vuelven loco los pies de los tíos. ¡Enterarme recién ahora de esto que ya tengo un hijo! ¡Que putadón!

Me tengo que afeitar. La tía de anoche se quejaba mucho ¿Qué sentirán ellas cuando un tío con unos pelos como clavos le come la entrepierna? Un día lo voy a probar. Voy a salir a buscar al gato más guapo del callejón que se deje acariciar por mí.

La vida es circular, es como si no terminara jamás. Los mismos errores una y otra vez. Podría empezar a escribir de nuevo desde donde empecé y no me daría cuenta.

¿Pero qué voy a contar? Mi vida no es muy interesante. Me cabe toda en diez páginas de na’.

La libertad del pensamiento me enloquece.

Me comería un buen par de pies. Meterme un par de pies hermosos a la boca y darles bocaditos y llenarlos de saliva, dejar que las uñas se me claven por dentro de la boca, meterme los dedos pequeños por las fosas nasales y aspirar hasta extasiarme. El riesgo es el camino más intenso.

No estoy bien. Me he metido otro dinosaurio y tengo el cenicero haciendo una montaña de colillas. Debería salir al curro ya pero no encuentro mis zapatos.

Siento frío en los pies. Tengo una carta en el buzón de gente que no conozco pidiéndome dinero y si me niego van a matar a mi geba y a mi bebé en Colombia.

Hace tanto frío en esta ciudad, tiemblo por completo. Estoy rodeado de gente que me mira correr descalzo con la escopeta al hombro por Central Park.

No soy capaz de hacer nada bien.

Me comería unos pies...

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